LA «OTRA HISTORIA» DE ARCADIA O CÓMO APRENDE NUESTRO ALUMNADO A DISFRUTAR CON LA HISTORIA
La cooperativa Arcadia S.C.M nace a principios de 2002 y comenzó su actividad docente en el curso 2004/2005. Desde entonces y hasta ahora, han logrado el concierto educativo, la incorporación del programa bilingüe de la CAM y una transformación educativa de la mano de su asesora pedagógica Mar Romera…
Para contaros todo esto, únicamente he tenido que meterme en la página web del colegio y copiar el apartado “nuestra Historia”. Podría retener estos datos en mi cabeza unos días más, añadir algunas fechas para que parezca más completo y releer el artículo por si me ha quedado alguna duda. Pero por mucha historia que MEMORICE de Google, sólo APRENDERÉ la verdadera esencia del Arcadia, cuando lo viva desde dentro. Y eso, es “otra historia”…
Cuando los autores griegos empezaron a escribir Historia, lo hicieron precisamente con un carácter formativo, con el objetivo de convertirla en un instrumento fundamental para comprenderse a sí mismos y la sociedad que los rodeaba, una función que, evidentemente, trasciende la simple forma de “aumentar la cultura general de la población”. Si la meta de la educación es preparar al individuo para vivir en sociedad, entonces no hay mejor ciencia para llevarlo a cabo que aquélla que tiene por objeto de estudio, precisamente, a las personas en todas sus dimensiones y las sociedades presentes y pasadas en todas sus manifestaciones.
Para la mayoría de los escolares, la clase de Historia es ese conjunto de datos que han de aprenderse de memoria, cuando realmente debería ser la posibilidad de acercarse al pasado para conocer lo que pasó, saber cómo podemos saberlo, cómo podemos explicarlo y cómo, si ha lugar, eso puede explicar algo que esté relacionado con nosotros. Poco a poco, las corrientes pedagógicas más renovadoras empezaron a darse cuenta del escaso éxito que alcanzaba el tipo de educación exclusivamente memorístico, y empezaron a introducirse cambios. Así, los alumnos españoles dejaron de memorizar listas de reyes, fechas y batallas, y empezaron a memorizar conceptos como clase social, coyuntura o revolución. La vía seguía siendo la misma, aunque los objetivos estaban empezando a cambiar. La importancia de los valores y de la maduración personal de los alumnos llevó a las instituciones estatales y a los docentes a conceder una mayor importancia a la historia social, la historia de las mentalidades, la historia de género…Sin embargo, Arcadia ha dado un paso más. Lo importante ya no es sólo el qué, sino también el cómo.
En Arcadia, hemos sido conscientes del valor formativo que tiene la asignatura, y hemos puesto en marcha todos los medios posibles para sacarle el máximo rendimiento. Cuando enseñamos Geografía e Historia nos planteamos ir más allá de la transmisión de información al alumnado para su posterior reproducción en un examen. La Historia, además de desarrollar unas capacidades intelectuales propias de la metodología del historiador, potencia el análisis de los grandes desequilibrios existentes en el mundo, tratando de explicitar y denunciar sus causas para así proponer posibles alternativas e influir en su transformación. De esta forma, la enseñanza de la Historia sirve para favorecer en los alumnos una conciencia crítica, que les enseñe a seleccionar información, analizarla, evaluarla y elaborar síntesis personales basándose en los datos. Bajo esta premisa, nuestra asignatura permitiría a los alumnos conocer la sociedad en la que viven, haciéndoles conscientes de los problemas y virtudes que ha heredado del pasado, lo que les posibilita a la construcción de un mundo mejor. ¿Objetivos inalcanzables? Nunca lo sabríamos si no lo intentábamos:
La estructura de la asignatura cambió, ahora ya no enseñábamos con las unidades del libro, sino con tipos de unidades que variaban en su método, en su grado de dificultad, en las agrupaciones del alumnado a la hora de trabajar y en las habilidades y aptitudes que se desarrollaban en cada una. Nuestro alumnado ya no habla de la unidad 1 de Prehistoria, sino de la unidad temática Prehistórica, el proyecto de Minecraft o el taller de arte renacentista:
En la unidad proyecto trabajan contenidos relacionados con la materia de una manera diferente, más práctica, más real y fomentando la capacidad de investigación, síntesis y exposición. El trabajo, generalmente en grupos, se evalúa a través de un producto físico que resuma el contenido de la asignatura, ya bien sea alguna manualidad, maqueta, mural, dossier, vídeo… cuya realización culmina con una exposición que vincula su trabajo con el contenido aprendido.
La unidad temática es la unidad “normal”. Aunque ahora la normalidad ya no es sólo el profe explica y luego hago los ejercicios en casa. Ahora leemos el libro entre todos (técnica de cooperativo lectura compartida), elaboramos nuestra propia teoría comparándola con la del libro (portfolios con organizadores gráficos como mapas mentales) y hacemos ejercicios con los equipos base, recurriendo a técnicas como lápices al centro o 1-2-4. Y eso cuando a la profe no le da porque se “conquisten” en unas citas rápidas, en las que la mejor seducción es ser el orador más dinámico y claro de la sala.
En los talleres, nos ponemos en la piel de un historiador analizando fuentes y reconstruyendo la Historia a través de textos, mapas, películas… y en las tareas generadoras, salimos del aula y aprendemos con empresas que, sin darnos cuenta, también nos están enseñando Historia.
Los espacios han cambiado, no todas las sesiones son dentro del aula. Los pasillos, el patio y, por supuesto, el entorno del cole es perfecto para enmarcarlo dentro del ámbito de la geografía, y llevar a la práctica contenidos que no sólo son de nuestra asignatura, sino que, a veces, compartimos con Biología y Geología.
Las herramientas que usamos no son sólo el libro y nuestro cuaderno. Materiales que antes parecían exclusivos de la asignatura de plástica se han convertido en los protagonistas de muchas de nuestras sesiones. Disfraces, diseñados por el propio alumnado investigando la vestimenta propia de la época. Tablets, para ponerle voz a personajes famosos doblados por el propio alumnado y que nos cuentan la Historia en primera persona… E incluso consolas y ordenadores para construir edificios dentro de clase, porque jugar a videojuegos en el proyector del aula con tus compañeros… eso también es aprender.
Podría seguir, y la lista y este artículo se harían interminables enumerando las diversas formas que hay de acercar al alumnado a la Historia, y de cómo lo hacemos en el Arcadia. No existen fórmulas mágicas, ni tampoco metodologías perfectas, pero lo que está claro es que educación e Historia son dos entes obligados a ir de la mano, porque ¿de qué sirven los datos, sino es para explicar hechos? Y es ahí, en los hechos, donde entra la docencia, la reflexión, el juicio, la comparación. Hay que dejar que el mundo aprenda lo que sabemos.
PALOMA MORATE RAMOS
Profesora de Ciencias Sociales